ENERGÍA Y DESARROLLO SOSTENIBLE
Usos y necesidades
El uso por el ser humano de fuentes de energía ajenas a su
propia capacidad física se inicia con el descubrimiento del fuego. Existen
evidencias de su uso ya por parte del Homo erectus hace cerca de 1.000.000 de
años. Este hecho, datado en los albores de la humanidad, supuso el primer
paso en la larga carrera de los humanos por explotar los recursos energéticos
que la naturaleza les ofrecía.
En un primer periodo que se extendió durante varios miles de
años, el hombre fue incapaz de dominar por completo el fuego, pues carecía
del conocimiento suficiente para poder encenderlo a voluntad. Había de
mantenerse encendido permanentemente, conservándolo en recipientes adecuados,
que evitasen que el fuego, vital para la supervivencia, se apagara.
Posteriormente el ser humano aprendió a controlarlo
definitivamente cuando consiguió encenderlo a su capricho. Fundamentalmente
mediante dos sistemas: frotamiento y percusión. El primero, consistente en
frotar con fuerza dos pedazos de madera, hasta hacer que lleguen por el
rozamiento a ponerse incandescentes, y el segundo en el empleo de sílex o piritas,
que al golpearse producen chispas que encienden estopas o materiales
vegetales secos.
El fuego servía para calentarse, cocinar los alimentos y
garantizar la seguridad del grupo al iluminar y mantener alejadas a las
fieras. Incluso se empleaba como auxiliar en la caza, del mismo modo que se
sabe que lo utilizaban los aborígenes australianos en tiempos pasados.
En un periodo posterior, en el Neolítico, los seres humanos
descubrieron la forma de domesticar plantas y animales y criarlos para su
propio provecho mediante la agricultura y la ganadería. Se aseguraron así una
fuente más o menos constante de alimentos. Pronto los seres humanos
aprendieron a obtener algo más de los animales, aparte de las proteínas de su
carne, su leche o sus huevos, o subproductos como sus pieles o la lana.
Descubrieron que podían utilizarlos para explotar su fuerza en actividades
como la labranza o el acarreo de pesadas cargas. Caballos, asnos, bueyes,
llamas o dromedarios, entre otros, fueron empleados para ello y lo siguen siendo
hoy en día en diversas regiones del mundo.
Además, la necesidad de almacenar excedentes agrícolas
estimuló el desarrollo de la alfarería, que dio una nueva utilidad al fuego
empleado ahora también en la cocción de la cerámica. Posteriormente el
descubrimiento de los metales, llevó aparejado el desarrollo de la
metalurgia, la obtención de metal a partir de las menas minerales, que
implicó el uso intensivo de altas temperaturas que se obtenían por combustión
de la madera o del carbón vegetal en grandes cantidades. Adicionalmente el
hombre empleó el fuego para desbrozar grandes extensiones de bosque para su
uso agrícola.
Inventos posteriores como la rueda, datada hacia el
Otros adelantos, ya posteriores, como el molino hidráulico o
el de viento, para moler el cereal, los minerales o bombear agua se
generalizaron en
De Oriente, China, llegó a finales de
Durante un largo periodo no se produjeron avances
significativos, hasta el final del siglo XVII, momento a partir del cual
empieza a notarse el influjo de los descubrimientos científicos y los
progresos realizados en el conocimiento de
Pronto se desarrollaron aplicaciones de la máquina de vapor
para el transporte marítimo. Tras los tanteos iniciales, Robert Fulton fue el
primero en explotar con éxito un buque de vapor. Inventos posteriores como la
hélice o la turbina de vapor perfeccionaron notablemente el sistema.
En tierra también empezó a aplicarse la máquina de vapor y en
1814, George Stephenson, basándose en trabajos anteriores, construyó la
primera locomotora que funcionaba según este sistema. Se inventó así el
ferrocarril, que mediante rieles permitió desplazarse al tren al aplicar el
movimiento rotatorio generado por la máquina de vapor a las ruedas. Pronto se
generalizó el sistema, de forma que a mediados del siglo XIX existían ya
extensas redes de ferrocarril en Europa y Norteamérica y en en menor medida
en algunas partes de Sudamérica, Asia y África.
Hasta mediados del siglo XIX todo este desarrollo se
sustentaba todavía en el consumo de madera, pero pronto hubo que recurrir a
los combustibles fósiles, en primer lugar el carbón y posteriormente el
petróleo. En 1859, Edwin Drake perforó el primer pozo petrolífero.
Los avances en
Con el invento en 1876 del motor de combustión interna, por
Nikolaus August Otto, empezó a crecer espectacularmente la demanda de petróleo.
Durante el primer tercio del siglo XX fue creciendo su importancia con
respecto del carbón, que si a finales de
Por último durante el primer tercio del siglo XX se
desarrollaron los fundamentos de
En el último tercio del siglo XX, con el aumento de la
preocupación por el estado del medio ambiente y el agotamiento de los
recursos energéticos fósiles, se han producido grandes avances en las
producción de energías renovables, tales como la solar, la eólica o la
biomasa.
Las sociedades industrializadas actuales demandan y utilizan
cantidades ingentes de energía destinadas a hacer funcionar las máquinas,
transportar mercancías y personas, producir luz, calor o refrigeración. Todo
el sistema de vida moderno está basado en la disposición de abundante energía
a bajo coste. Su consumo ha ido creciendo continuamente paralelamente a los
cambios de los hábitos de vida y las formas de organización social. Existe un
abismo entre las demandas energéticas de los individuos de las primeras
comunidades primitivas que se dedicaban a la caza y a la recolección y los
ciudadanos de las sociedades hipertecnológicas actuales de los países
desarrollados.
Por otro lado, es patente la evidente desigualdad existente en
el mundo en lo que respecta a la producción y el consumo de recursos
energéticos. Este desequilibrio entre países pobres y ricos, entre
productores y consumidores, es fuente de continua inestabilidad que se
manifiesta en modo creciente en forma de conflictos, tal y como las dos
últimas Guerras del Golfo han puesto en evidencia.
Las fuentes de energía se dividen en dos clases:
Las fuentes primarias son aquellas que se encuentran de forma
espontánea en la naturaleza y o bien se utilizan directamente o bien se
emplean para producir electricidad o hidrógeno (fuentes secundarias).
Entre las fuentes primarias están los combustibles fósiles, la energía
nuclear o las energías renovables.
Los combustibles fósiles son, junto con algunas formas de
energía renovable, las únicas fuentes primarias, que pueden emplearse
directamente para generar calor, vapor o producir energía mecánica. Pensemos
en los motores de explosión (otto y diesel) empleados en el transporte
terrestre, y las turbinas utilizadas en el transporte naval o aéreo.
Igualmente se utilizan en toda suerte de procesos industriales como altos
hornos, plantas químicas, etc. Por último se emplean en sistemas de
calefacción en los hogares y los servicios.
Todas las fuentes primarias antes mencionadas junto con la
nuclear y el resto de las renovables sirven para generar las fuentes
secundarias, que actúan de intermediarias transportando la energía al punto
de consumo o sirven para almacenarla. No se encuentran en la naturaleza
espontáneamente. En la actualidad podemos considerar dos: la
electricidad y el hidrógeno. Es preciso hacer notar aquí que el proceso de
generar esta energía secundaria implica pérdidas importantes, ya que de
acuerdo con el 2º principio de
El consumo energético se distribuye entre los tres sectores de
actividad económica, a los que hay que sumar los hogares:
El porcentaje más importante de la energía consumida en los
países desarrollados se lo llevan el transporte y la actividad industrial. Se
ha experimentado una fuerte subida del consumo atribuido al transporte
mientras que ha disminuido el consumo industrial.
En cualquier caso el transporte supera ya a la industria en
cuanto a consumo en los países desarrollados. Ha crecido de forma muy
significativa el transporte por carretera, tanto de mercancías como
especialmente de personas, y consume la parte principal del total. Igualmente
ha crecido el total consumido por el transporte aéreo. Sin embargo la
fracción atribuida al ferrocarril se ha mantenido estable e incluso ha
descendido.
El consumo atribuido a la industria se reparte entre los
diversos sectores: químico, siderúrgico, de maquinaria y equipamiento,
alimentario, papeleras, textiles, etc. El descenso que se ha
experimentado en el consumo energético industrial se atribuye a una tendencia
que se ha generalizado en los países industrializados a deslocalizar la
industria pesada y a apostar por industrias ligeras de alta tecnología que
aportan un mayor valor económico a la producción industrial mientras el
consumo energético empleado tiende a disminuir.
El siguiente en importancia es el consumo doméstico, que tiene
un gran impacto en el total. Se distribuye entre la climatización y la
producción de agua caliente sanitaria (la fracción mayor), la iluminación, la
cocina y el funcionamiento de los electrodomésticos. Ha experimentado un
fuerte crecimiento según han mejorado las condiciones de vida y de confort en
los hogares.
A continuación está el sector servicios, que incluye la
educación, la sanidad, el comercio, la banca, la administración, la
hostelería, etc. Por último la agricultura, la ganadería y la pesca
tienen un consumo muy bajo pero cualitativamente muy importante porque está
en la base de la alimentación de la población.
En
Consumo de energía final por sectores en
Si estudiamos la evolución del consumo de energía podemos
establecer una correlación entre su crecimiento y la industrialización. Antes
de ella las demandas eran relativamente modestas y se cubrían por la madera,
90% en 1820. Pero a partir de 1850 empieza a utilizarse de forma creciente el
carbón, cuyo rendimiento energético es superior, conforme las necesidades de
la industria crecen.
Podemos observar que en 1900 el consumo mundial de energía
primaria era aún modesto, 600 Mtep. Cien años después, en 2000, el consumo se
elevaba a 9023 Mtep. Se había multiplicado por 15. El consumo por habitante
se multiplicó por 4 en el mismo periodo.
A lo largo de estos cien años el crecimiento no ha sido
constante, se produjo un sensible aumento antes de la 1ª Guerra Mundial para
estabilizarse después durante un largo periodo que terminó con la 2ª Guerra
Mundial. A partir de esta fecha el crecimiento del consumo aumentó
notablemente. Sin embargo el alza de precios del petróleo en 1973, obligó a
un replanteamiento de la política energética mundial basada en el bajo precio
del crudo y se produjo una ralentización en el crecimiento. En los 90 la
desaparición de
En nuestro país el consumo de energía primaria, ha pasado de
57.660 kTep en
BARQUÍN, Julián. Energía: técnica, economía y sociedad.
Madrid: Universidad Pontificia de Comillas, 2004. 294 p. ISBN 84-8468-8134-3
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RIFKIN, Jeremy. La economía del hidrógeno: la creación de la
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RISTINEN, Robert
A. Energy and environment.
Última actualización: 11/06/13 .
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